jueves, 8 de mayo de 2008

Diálogos con Ernes 21 , 11- Marzo 2004


............................................Foto de Ernes
11-03-04


Volviendo Marivi:

¡Hola! ¿Qué tal? Disculpa la demora en responder. Siempre recibo y leo tus mensajes con gusto, pero no siempre puedo responder rápido. De hecho, elijo ir respondiendo de a poco, porque si tuvieras que esperar a que termine de redactar todo, podrías quedarte esperando un buen rato. En fin, aquí vamos:

M: "No deseo que desaparezcan las religiones (...) Lo que aspiro a que cambie es el carácter dogmático de las religiones, ese empeño de las Iglesias de decirte cómo han de ser las cosas, ese empeño de interpretar para los demás el bien y el mal, ese empeño de evitar que pienses por ti mismo"

E: Yo creo que las religiones tendrían que ajustarse a las diversas necesidades de las personas. No es que deban cambiar su contenido según quién oiga la prédica. No me refiero a eso en absoluto. Lo que intento decir es que sí puede haber gente que prefiera la religión dogmática y otros que prefieran una enseñanza que se funde en la búsqueda espiritual personal. Tengo una amiga católica, con quien tuvimos grandes charlas respecto a este tema, que halla su paz en el cristianismo clásico y dogmático, ¿por qué habríamos de negárselo?

Creo Ernes que todos los caminos llevan a Dios y que cada uno elige libremente por donde desea circular , como tú bien dices hay personas que inician su andadura dentro del dogma y en ese sentido , todos son válidos si conducen a la finalidad . Pero antes o después es necesario comenzar a caminar solos ..

M: "Esta afirmación me hace recordar tu “Trópico de Capricornio”. Me pregunto ¿Qué te impulsó a buscar libros de ayuda, con respecto a algo que no considerabas acorde con los tiempos?"

E: No sé, desde mi adolescencia cobijé un sentimiento de duda respecto de nuestra cultura occidental, respecto del materialismo y el consumismo exacerbados. La idea del paraíso capitalista no me cerraba (será porque vivo en un país del Tercer Mundo). Y entonces, habiendo rechazado la oferta de felicidad que me proponía la sociedad, comencé a pensar en una mejor humanidad. Primero fueron libros de autoayuda y de filosofía, después llegarían las lecturas religiosas, el redescubrimiento del cristianismo y el descubrimiento de las religiones de Oriente.

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