Demasiado iguales
para ceder. Demasiado orgullo para dar un primer paso.
Quedaba tiempo, mucho
tiempo, y sería el tiempo el que propiciara el momento íntimo de las
confidencias, de las confesiones, de los arrepentimientos... y tal vez de la
manifestación del amor que se profesaban.
Entrañaba un peligro
que se eludía por parte y parte... porque había preguntas, muchas preguntas,
demasiados ¿Por qué...?
Muchos, muchos...¿Por
qué?...¿Por qué? Dolorosísimos ¿Por qué?
Una vida entera de
lágrimas, de sentimientos de soledad y ausencia... de paria, de esfuerzos por
ganar reconocimiento a golpes de meritaje ante ojos ciegos para lo que no
amaban. Pero había tiempo, mucho tiempo...
...El tiempo se
partió como un palillo triscado por un insensato en una décima de segundo
durante una expresión de fastidio en los ojos hacia quién tampoco esperaba el
golpe... y la última mirada no encerraba nada sino vacío.
Los por qué vuelan
como oscuras moscas que deboran el corazón mientras la mente las espanta.
El autoanálisis
fuerza al sistema emocional a la
aceptación comprensiva.
Y los arañazos
cicatrizan en retorcidos surcos o se abren en fuentes sangrantes que se tragan
donde nadie las vea.
Mientras los pulsos
de la vida repican de un sístole a un diástole ¿ Por qué?
V.Nas