viernes, 21 de marzo de 2008

María

María , la madre terrenal de Jesús, descendía de una larga línea de inimitables antepasados que comprendían muchas de las notables mujeres de la historia racial de la Tierra. Aunque María era una mujer promedio de su tiempo y generación, con un temperamento relativamente normal, contaba entre sus antepasados con mujeres muy bien conocidas. No había en aquel tiempo otra mujer judía con una genealogía más ilustre de progenitores comunes y corrientes, o que se remontara tanto a los más auspiciosos comienzos.
Tanto los antepasados de María como los de José habían sido de temperamento fuerte pero común, dando de vez en cuando numerosas personalidades destacadas en la marcha de la civilización y la evolución progresiva de la religión. Desde un punto de vista racial , no es plenamente apropiado considerar a María como judía. Era judía por cultura y por creencias pero de dote hereditaria era más bien una combinación de razas , a saber; siria, hitita, fenicia, griega y egipcia, o sea que su herencia racial era más heterogénea que la de José.
De todas las parejas que vivían en Palestina en el tiempo proyectado para la venida de Jesús, José y María poseía la combinación más ideal de vastos vínculo raciales y promedio elevado de dotes de personalidad por eso fueron elegidos.
José y María celebraron sus esponsales a primeros del mes de marzo y Gabriel la visitó a mediados de noviembre del mismo año justo al día siguiente de que Jesús fuera concebido, mientras ella trabajaba en su casa junto a una mesa baja de piedra y , una vez que María se recuperó y recobró la compostura , díjole “Vengo a instancias de mi Maestro , a quién tú amarás y nutrirás . A ti María, te traigo gratas nuevas al anunciarte que la concepción dentro de ti es mandato del cielo, y en el momento propicio serás madre de un hijo; lo llamarás Josué, y él inaugurará el reino del cielo en la tierra y entre los hombres. No menciones esto a nadie excepto a José y a Elisabet, tu parienta, ante quien he aparecido y que pronto dará a luz un hijo cuyo nombre será Juan… No dudes de mi palabra María, pues éste es el hogar que se escogió como morada mortal del hijo de destino. Mi bendición te acompaña, el poder de los Altísimos te fortalecerá y el Señor de toda la tierra te cobijará.
María tenía más descendencia davídica que José. Es verdad que José tuvo que ir a Belén, la ciudad de David, para registrarse en el censo romano, pero eso se debía al hecho de que, seis generaciones antes, el antepasado paterno de esa generación de José, siendo huérfano, había sido adoptado por Sadoc un descendiente directo de David; de ahí que José también fuera considerado como formando parte de la casa de David.
El temperamento de María era casi opuesto al de su marido. Usualmente alegre, siempre de buen talante y dispuesta, raramente se dejaba dominar por la depresión. María expresaba libre y frecuentemente sus sentimientos emocionales y no se la vio nunca triste hasta después de la muerte de José.

Las familias de José y María eran muy instruidas para la época. José y María poseían educación y estudios muy por encima del promedio para su tiempo y posición social. El ya hemos dicho que era un pensador; ella sabía planear, era experta en adaptarse y práctica en la ejecución inmediata.
José era trigueño de ojos negros ; María, rubia oscura de ojos pardos.

María era una tejedora experta y en casi todas las artes hogareñas, más hábil que el promedio de la época; era una excelente ama de casa. Tanto José como María eran buenos maestros, y se aseguraron de que sus hijos e hijas fueran bien instruídos en las enseñanzas de aquellos tiempos.



La misma historia. La misma gran historia. El mismo milagro. Pero así es como yo la siento… aunque en nada cambiaría si fuera de otro modo.


21 03 08 V.Nas

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