lunes, 14 de febrero de 2011

Tazones



El sábado que viene L… que es tu cumpleaños podemos ir a pasar el día en Tazones.
Comeremos allí y aprovecharemos para hacer fotografías, es un pueblo precioso con unos rincones únicos en el que se come de primera. Estará más tranquilo que en plena temporada y podremos pasearlo plácidamente ¿Qué te parece?
-         ¡Estupendo!

Por la mañana a las doce nos pusimos en marcha, solo 28 Km nos separaba del destino. El día era espléndido,  a pedir de boca, la temperatura cálida para poder comer en el puerto pescado recién capturado en el Cantábrico batido, almejas, calamares de primerísima, una buena sidra ¡HUuuuuuummmmm! El programa era de cine.
Al  desviarnos de Villaviciosa hacia Tazones, somos paradas por la guardia civil, transcurría “La carrera del amor” una  maratón para celebrar la festividad de San Valentín. El grueso de los participantes ya había pasado solo quedaban coletazos por lo que nos permitieron continuar con cuidado. Habíamos recorrido unos metros cuando nos detienen  para que bajemos un corredor que se ha desvanecido, no se sostiene de pie y su color es indescriptible, suda como si le estuvieran echando calderos de agua y parece que va  a ocurrirle algo realmente serio. Le recogemos presurosas y lo llevamos hacia la zona de meta para que sea  atendido inmediatamente por los servicios médicos de la carrera:

Antes de llegar somos detenidos por seguridad civil
-No pueden estar aquí, desvíense a la derecha
-Acaso quieren meter el coche en el restaurante, no ven que trascurre una carrera y no hay ni un centímetro libre.
- ¡Ey,ey,ey…! ¡Aplaquen! ¿No ven que llevamos un participante que ha desfallecido? Necesita un médico con urgencia.
- Bien, póngase ahí, llamaremos a una ambulancia

El corredor parecía empeorar por momentos, llevábamos más de media hora, en medio de un gran barullo, alejados de la meta, y allí no aparecía nadie ni nada. El coche tenía las cuatro puertas abiertas, y semidesvanecido en el asiento de atrás aquel hombre que no podía hablar, solo decía ¡Aire! con evidentes signos de asfixia.
Mi amiga le daba aire con la documentación del coche, mientras todo el mundo, seguridad civil, participantes, visitantes y asistentes… se limitaban  a ir a lo suyo, mientras nosotros batallamos con él. Decido bajar hacia el puerto pidiendo a gritos un médico ¡Un médico! grito a la derecha ¡Un médico! grito a la izquierda ¡Un médicoooooooo!  De esta traza llego hasta la línea de meta, consigo que pidan un médico por los altavoces, pues no había servicios sanitarios de apoyo al evento deportivo. Un doctor participante que en ese momento cruza la meta dice ¡Yo soy médico!
-         Tenemos un participante en muy mal estado en el coche, vamos.

Subimos hacia el coche, le toma el pulso, le pregunta si ha bebido algo durante el recorrido, el enfermo responde que no con la  cabeza…
-         Tiene una pájara descomunal. Está completamente deshidratado traigan agua ¡Agua! ¡Agua! Allí nadie aparece con nada ¡ Tenga agua decimos. Empiezan a llegar curiosos ¡ Coño ye Manolín! ¡Oye , ye Manolín! ¡Cago en la leche Manolín ,qué paso, jejje! Mientras tanto Manolín suda como si fuera una fuente y los asientos traseros parecen un pantano, de pronto empieza  a convulsionarse y ha vomitar . Allí no aparece ningún otro médico ni ambulancia  alguna. Nadie ha hecho un amago de sacar del coche  al deportista y todo está hecho una pena  ¿Son familia, nos preguntan? No,  no le conocemos de nada, nosotros veníamos  a celebrar el cumpleaños…
      A todo esto ya ha pasado más de hora y cuarto y nadie nos ha liberado de la gran responsabilidad de tener a aquel hombre que ni por asomo parecía encontrarse mejor, en nuestro coche.
- No tiene ni una gota de agua ¡Bebidas isotónicas grita el médico! ¡Que traigan bebidas isotónicas!
A la hora y media llega una ambulancia, sin médico ni enfermeros, con dos chicos que se limitan a echarle una manta por los hombros a aquel pobre que había vuelto a devolver y al que tratan de recuperar  a fuerza de bebidas isotónicas y azucaradas que no parecen pararle en el estómago.
La situación no varía, las cuatro puertas abiertas dándole aire, y todo el mundo a lo suyo con curiosidad y fuga, a excepción de el médico participante que no se  mueve y nosotras. Los curiosos se suceden y van circulando… ya llevamos dos horas en esta situación, no se sostiene de pie, las piernas no le responden y carece totalmente de fuerzas
-         ¡Menuda pájara! ¡Joder!
 El hombre sigue con un color horrible y aquello va para largo. Estamos encima de la terraza de un restaurante al que literalmente le estamos atropellando una mesa. Aprovechamos  que un grupo de conocidos están con él, y pedimos algo para tomar y sentarnos un ratito mientras observamos el movimiento en el coche que está a un metro. Vemos que lo sacan y lo sientan afuera en una silla  a lado de las nuestras. Aprovechamos para aparcar bien el coche allí mismo donde un panadero nos había dejado un sitio.
El asiento de atrás está hecho un desastre, parece que ha caído a un río, dejamos las ventanillas abiertas. Nos sentamos. Y contemplamos la recuperación de quién ya dice encontrarse mejor.
Pasado un rato, lo levantan entre dos mientras el resto le gasta bromas diciéndole que la próxima vez no se le olvidará beber, mientras apenas sin voz asegura que nunca habrá próxima vez…
Y vemos  incrédulas como se van alejando, sin una mirada ni un gracias.
Quedamos mudas, mirándonos sin dar crédito, el reloj decía que habían pasado dos horas y media y ni una sonrisa de agradecimiento… El día se nos fue al traste, nos sentamos a comer a las 16,30 de la tarde, y todo el tiempo pensábamos en que ni siquiera se había despedido con una sonrisa.
El coche estaba hecho un desastre, no podía ni tocarse, habíamos estado agónicas pensando que le iba  a suceder lo peor, habíamos bajado a grito limpio por todo el puerto, le habíamos estado dando aire, agua y todo cuánto surgía para su recuperación…
Y ni una mirada…
No es que la esperáramos, pero el hecho de no recibirla la hizo tan notoria y elementalmente necesaria, que nos quedamos atónitas sin poder entenderlo.
Un gran desencanto nos acompañó durante el resto de la tarde, aunque paseamos  e hicimos fotos… ya no era lo mismo, algo sustancial se había  alterado…
El coche ya se llevaría el lunes para una limpieza  afondo.


V.Nas

12-02-11

1 comentario:

A. Elisa Lattke Valencia dijo...

Tremendo paseo ¡Jajaja! ¿Quién iba contigo? (º;º)
Ese tipo se merecía una buena patada en el trasero o una ducha fría y dentro y con el auto.

Espero que Tazones no marque la note porque es como que te dan repetidos.

Bssssssss