jueves, 20 de enero de 2011

... de Cartago Nova a Cartago


   Cuesta creer que hubo un tiempo en que el mundo conocido en torno al Mar Mediterráneo era  un ámbito de movilidad interracial e intercambio comercial, en el que los límites los ponía el propio arrojo y decisión. Hispania era una auténtica flor caledoscópica de razas interaccionando, de donde  floreció un jardín de riqueza cultural, conocimientos prácticos, comerciales y auténtica sabiduría filosófica.
Los puertos bullían de colores, creencias y costumbres que iban conformando una red  de recogida y posterior melage de desarrollo. Corrían por entonces el 700 a C,  se implantaban las repúblicas y cada cual se adaptaba  a las convivencias de lo más variopinto y a las creencias más inverosímiles y supersticiosas en la que los dioses se adoptaban según su reputación milagrera.
La implantación y arraigo del cristianismo en la cuenca mediterránea  desterró a muchos de estos dioses en  las costas del norte, pero el continuo tránsito comercial de caravanas de los más alejados confines de Asia y más allá de Sudán y Nigeria, mantuvieron los ídolos y sus cultos libertinos muy presentes en el norte de África donde  surgió en el 700d C un personaje que conseguiría lo que no había conseguido el cristianismo; al tiempo que erradicaba costumbres que estaban diezmando la población a causa de libertinajes y enfermedades como la triquinosis, venéreas etc.
Ambas costas evolucionaron de forma bien diferenciada, lentamente durante la época oscurantista de la primera mitad de la Edad Media, más expansivamente durante los tiempos posteriores.
Al margen de la historia que ya todos conocemos relativa a la estancia de los árabes en España y su posterior expulsión me gusta resaltar que en ese espacio de tiempo, árabes , judíos y cristianos convivían  y se reunían en plazas y mercados; amén de los foros astrológicos, matemáticos y filosóficos. La luz del conocimiento brillaba sobre  Iberia.
Los imperios comenzaron a caer y las tribus comenzaron a demarcar. Se fueron asentando las fronteras en los repartos de favor, y estas se movieron según las contiendas hasta nuestra era.
El Cristianismo era permisivo, pero el Islam fue desde el primer momento rígido y discriminador hacia quien no lo siguiese. Esto hizo que El Mediterráneo se convirtiera en una inmensa sima mucho más que una frontera. Dos idiosincrasias totalmente ajenas entre sí se miraban sobre el mar; y aún se siguen mirando.
Cuando estuve en Tunízia zona geográfica de donde procedían las tribus fenicias y cartaginesas de nuestro Levante, me llamó la atención comprobar que sus habitantes parecían más modernos que otros países del Magreb. Las chicas jóvenes no se tapaban el pelo y sus madres se limitaban a llevar pañuelo, pero vestían occidentalmente. Pude comprobarlo en Túnez capital y  zonas turísticas, pero también en el recorrido de varios días  por el interior hacia el desierto. Así mismo si bien existían cafeterías y restaurantes solo para turistas, podía comprobarse que si las familias iban acompañadas por la figura paterna también servían a las mujeres y sus niños.
Esto no lo había visto yo en otros países de la zona. Aunque he de reconocer que me sentí incómoda muchas veces por ser mujer en un país árabe a causa de sus comerciantes.
Me gustaría que este paso de la nación Tunecina se consolidase en una transición hacia una democracia, libres de prejuicios religiosos; de apertura hacia la otra orilla como en el  incipiente y original  asentamiento en los márgenes del Mediterráneo.
Me gustaría que los fundamentalistas no aprovecharan  la apuesta por la democracia para  aterrorizar y ahogar los deseos participativos y de igualdad.

Y me gustaría sentir deseos de volver una y otra vez a Túnez , por sentirme segura y bien acogida, como en familia.
Espero que los tunecinos sean los primeros en consolidar una vía de en medio por la que todo en mundo esté decidido a tender un puente de confianza.
¡Que así sea!

V.Nas

9 comentarios:

Celia Álvarez Fresno dijo...

¡Qué así sea!. Los derechos humanos deben prevalecer sin distinción de credos ni lugares. Sin distinción de sexos.
Gracias, amiga, por tu valiosa exposición.
Un beso.

casss dijo...

Si, a mi también me gustaría....
Pero desde que el hombre es hombre...
Pero no... a mi también me gustará!


un fuerte abrazo

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Ójala pase lo que tú dices, y la democracia llegue por fin a un país árabe, y sobretodo que Europa se implique más de lo que lo hace.
Un saludo

Medea dijo...

Querida Victoria magnífico relato que sin querer me lleva al mío en cuanto a un similar deseo, a un mismo sueño. Que Túnez alcance la libertad en una verdadera democracia, libre de prejuicios, el avance y el prosperar de la mujer ante la igualdad de derechos en Túnez es un paso imprescindible para la democracia.
Un beso guapa.

Mamaceci dijo...

Creo que los alcances de los tunecinos, cuando más extensos en valores democráticos e igualdad son una ganancia para los demás paises del mundo.
Me gusta tu reflexión por lo serena, sin estridencias, justa y sobre todo se lee genuinamente esperanzada.
Valioso aporte Mariví!
Besote

María José Moreno dijo...

Gracias por tu apunte histórico y por transmitirnos tus vivencias de aquel pueblo y ¡ojalá! se cumplan nuestros deseos.
Un beso

Anónimo dijo...

me centraré en un aspecto de tu jueves...la religión...considero que mientrs las religiones sean la verdadera religión, es decir, mientras no contemplen la posibilidad de que haya otras que puedan tener una verdad, malo...a día d ehoy no conozco ninguna religión que en sus "estatutos" diga que quizá su verdad no sea la verdad del todo..no, no señor. así las cosas,esta es una de las variantes que hace que unos nos enfrentemos a otros..dices arriba que a las mujeres aún las acompañaban varones, no recuerdo si sus maridos o padres..pero eso indica un cierto fervor religioso que es esencialmente MALO...
besos, mariví.

V.Nas dijo...

Gracias Celia, Cas, carmen, Medea, Ceci, Maria José y Gustavo; por vuestra compañía. Todos hemos enfocado desde un punto de vista particular, pero todos llevamos el mismo mensaje de deseo y esperanza en una mejor convivencia.
Un abrazo para vosotros.
Mariví

A. Elisa Lattke Valencia dijo...

Interesante no es la palabra, es magnífico lo que define tu exposición con sus puntos de referencia y opinión, más cuando se conoce en parte un pequeño lugar en conflicto. Comprendo que toque las fibras y moralmente inquiete, precisamente por conocer su historia constatando hoy, que en lugar de favorecer la esperanza o la prosperidad de esos pueblos, es todo lo contrario. Hace mucho tiempo cuando empezaba a mis veinte años una más de mis etapas la vida, me hice muchas preguntas sobre problemas parecidos, tuve la suerte de que alguien con muchos conocimientos y viajero me dejara algo en las manos que nunca, por conocerlo de antemano o haberlo visto en mi casa de la infancia y adolescencia, quise leer o preocuparme por ello, pues la historia familiar era otra y la que preocupaba a mi familia y yo igual que mis hermanos, deberíamos estar al tanto de lo que sí nos afectaba o marcaría en cierto modo. Así que con el tiempo aquél pequeño libro me contestó una parte o muchas de las preguntas que me hacía estimulando mi necesidad de saber sobre este tema: Y mi madre, recordándolo, movería la cabeza mientras censuraba mi falta de preocupación de entonces, cuando ella me lo puso en las manos y yo rechazaba su lectura a pesar de que en su índice se contesta brevemente muchas de las preguntas de forma sencilla, que años después me hacía. Se trata de: "Las ruinas de Palmira" de un escritor Francés. Te dejo el enlace: http://www.volney.org/

Un abrazo hermana querida.

Elisa