miércoles, 8 de julio de 2009

Del dolor y la bonanza






A lo largo de mi vida, siempre he escrito mucho más en el dolor que en la bonanza.
Y ahora debo matizar esta primera frase, en el dolor anímico que no físico, y la bonanza nunca me ha faltado a nivel espiritual.
En cuanto a otros tipos de valores más materiales jamás serán a los que yo pueda referirme, carecen de importancia salvo la que puedan aportar para superarme como ser humano en el aprendizaje.
Cuando he tenido la necesidad de llorar con mi Padre, realmente desvalida, sin argumentos, sin armas, sin radiales de luz que esgrimir, sin más que decir ni que tratar de intentar desde mis limitaciones. Cuando sencillamente me he echado a sus pies y desconsoladamente me he dejado llevar por la pena de mi corazón contrito por no saber estar a la altura de lo que de mi se puede esperar, y me he lamentado hasta dormirme en su regazo; siempre justo en esos momentos , han surgido mis más bellos temas.
Mis más sentidas palabras, mis yo(s) más profundos y mis amores más sublimes.
Porque todos ellos eran plurales, porque en todos ellos éramos dos, porque en todos ellos estábamos Padre e hija en reflexión, y tal vez sus auxiliares .
Qué gran cosa vivir integrada en la realidad universal de lo que es “ ser humano” apercibirse total e íntegramente de lo que somos per se ( por nosotros mismos), por ser lo que somos y no otra cosa.
Parad a escucharos. Parad a sentiros. Parad a mirar lo que os rodea y debéis cuidar.
Todos motitas de la misma verdad, de la misma realidad, de la misma grandeza.
Todos capaces de las mismas maravillosas cosas, hijos de la misma grandiosa capacidad.
Tan ciegos , tan torpes, tan esperando que otros nos abran los ojos.
Hermanos en El Todo Bondad, Hermanos en El Todo Poder, hermanos en El Todo Amor, hermanos en la familia de Dios abramos los ojos.



V.Nas 22-06-09










































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