viernes, 18 de julio de 2008

Me pidieron que hablara de un paisaje
















Este poema lo escribí pensando que me hubiera gustado que fuera María Magdalena quien realmente lo hubiera escrito y luego recitado, teniendo frente a ella a un Jesús resucitado.

Me pidieron que hablara de un paisaje
de una ciudad o de un lugar cualquiera
y de tres razones que su existencia distinguieran
Me pidieron que hablara de tus manos
aunque aun ellos ni siquiera lo supieran.
Porque tus manos son paisaje
acantilado, valle, cordillera,
pueblo, posada, castillo y ciudadela
de tantos colores, formas y texturas
que mi alma late desbocada
intentando expresar lo que sintiera.
Porque tus manos son mi esencia
lo que veo, toco, huelo, oigo, como y
lo que podría desear si no existiera
Porque tus manos son alas de paloma
que en mis labios sin nombrarte ya aletean
Porque tus manos son los cuencos
donde calmo la sed de mi tristeza.
Porque tus manos son las nubes
donde mis sueños prohibidos vuelan.
Porque tus manos son rocío.
lluvia de paz que a mi piel sosiega.
Porque tus manos son los ríos
y mis dedos el mar que les espera.
Porque tus manos son mis ojos
cuando no veo más allá de la ceguera
de no querer que te me marches
mi Señor, mi amor, mi vida entera.
Porque no veo tus nudillos descarnados,
desgarrados por la piedra y por la arena.
Porque no veo el hueco de los clavos
atravesando tu carne en la madera
cuando subiste al monte del calvario
para redimir al mundo con tu entrega.
Que me perdonen quienes preguntaron
porque a medias dejo mi respuesta.
Debería mi Señor dar tres razones
de algo que de tus manos más convenza
pero se me antoja inútil discusión
porque son tantas las que hoy yo diera,
que no hay primera, ni segunda, ni tercera
pues en todas estás tú, mi dulce amor
y en todas estarás, mi luz eterna.
Paco Téllez (Levmor)

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