lunes, 3 de agosto de 2009

Nadie es profeta en su tierra

No se de que forma ayudar a los que más quiero. Diga lo que diga no les vale. Todos piden más de mí, o pretenden cambiarme a su modo y manera.
Todo cuanto a otros de mí les da paz… a ellos les enerva. Ninguno comparte mi forma de pensar, ni de decir… ni de ser.
Les veo infelices, les sé infelices… y no consigo darles paz, ni siquiera desean escuchar una sola palabra de las que les digo. Esta realidad me causa un gran sufrimiento y es como un callejón sin salida.
Luego pienso, ni el mismo Jesús predicó en Belén o Nazaret , se fue a otras tierras y buscó otras gentes ajenas a su vida familiar, para iniciar su vida pública.
¿Por qué los que te han traído al mundo, los que conviven contigo, entienden que eres tú el que debe escuchar, que no tienes nada que decir salvo acatar los criterios familiares?
¿Por qué para los que te preceden careces de identidad propia, has de ser lo que ellos predispongan? Acaso no aciertan a ver la paz que te acompaña; no, no la ven, para ellos es indiferencia. Acaso no aciertan a ver el equilibrio que te acompaña; no , no lo ven , para ellos otros te lo proporcionan. Acaso no aciertan a ver como se te parte el corazón por ellos; no , no lo ven, solo existe su mundo.
Y éste que puedo y llego a compartir con tantos, es como otra galaxia para ellos… o sencillamente les da risa. Mientras tanto me siento como el médico que tiene el remedio para su enfermedad y no encuentra manera de poder administrarlo.
03-08-09

1 comentario:

A. Elisa Lattke Valencia dijo...

Así es, exactamente una realidad ineludible que no debe sorprendernos, porque siempre hay razones para no creer en quines aún pueden darnos lecciones, consejos o hacernos ver donde está los peligros del camino. No debemos preocuparnos por ello, he aprendido de mí cuando ya he tropezado en la piedra... y, la misma, me ha servido para apoyarme en ella y levantarme de nuevo.

Ayer mismo, la piedra que creí sin alma, resulto consejera y me recordó que muchos más se acordaban de ella cuando pasan, que se sientan a reflexionar y antes de marcharse, la abrazan y besan. Y que ha aprendido a sonreírle a la Vida porque sin sentirla es como no ser parte de la alegría de Dios cuando la sintió en sus manos y lanzó al espacio siendo parte de su Universo. Cuando veas una escúchala, vibra aún en el big bang... Es amor de la Creación.
Olvídate de los que aún tienen que aprender a reflexionar las lecciones que les dan o, por lo que no escuchan y hasta se burlan.


Un beso. Elisa.