martes, 3 de junio de 2008

La Verdad y La Fe

Foto del Sol -NASA-tridimensional









Mitraísmo, una de las más importantes religiones del Imperio romano, representa culto a Mitra, antigua divinidad persa de la luz y la cordura. En el
Avesta, los textos sagrados del (véase Zoroastrismo) de los antiguos persas, Mitra aparece como el principal yazata (del avestan, 'benefactor') o buen espíritu y gobernante del mundo. Se suponía que había matado al toro divino, de cuyo cuerpo muerto surgieron todas las plantas y animales beneficiosos para la humanidad. Tras la conquista de Asiria en el siglo VII a.C. y de Babilonia en el siglo VI a.C., Mitra se convirtió en el dios del sol, que era venerado en su nombre. Los griegos de Asia Menor, por identificación de Mitra con Helios (el dios griego del sol) colaboraron en la difusión del culto. Fue conocido en Roma hacia el año 68 a.C. gracias a la devoción que le profesaban los piratas cilicios capturados por el general romano Pompeyo el Grande, y en los primeros años del Imperio su culto se extendió con gran rapidez por toda Italia y las provincias romanas. Fue creencia que rivalizó con el cristianismo en el Imperio romano.



El mitraísmo era parecido al cristianismo en muchos aspectos, por ejemplo en las ideas de humildad y amor fraternal, bautismo, rito de la comunión, utilización de agua bendita, adoración de los pastores en el nacimiento de Mitra, veneración de los domingos, considerar el 25 de diciembre (fecha del nacimiento de Mitra) como día santo, y la creencia en la inmortalidad del alma, el juicio final y la resurrección. El mitraísmo difiere del cristianismo en la exclusión de las mujeres de sus ceremonias y en su disposición a transigir con el politeísmo. Sus numerosas similitudes, sin embargo, facilitaron la conversión de sus seguidores a la doctrina cristiana.











..............................................................LA VERDAD Y LA FE






Nabón era un judío griego y el más importante de los líderes del principal culto de misterio en Roma, el mitraísta. Si bien este sumo sacerdote del mitraísmo celebró muchas conferencias con el escriba de Damasco, más permanentemente influyó la conversación que mantuvieron una noche sobre la verdad y la fe. Nabón había pensado convertir a Jesús y hasta le había propuesto que regresase a Palestina como maestro mitraísta. No sabía que Jesús estaba preparándole para que se convirtiera entre los primeros al evangelio del reino. Puesto en lenguaje moderno, he aquí la esencia de lo que Jesús le enseñó:


"La verdad no se puede definir en palabras, sino tan sólo viviéndola.
La verdad es siempre más que conocimiento. El conocimiento pertenece a las cosas observadas, pero la verdad trasciende esos niveles puramente materiales porque se asocia con la sabiduría y abarca tales imponderables como la experiencia humana, incluso las realidades espirituales y vivientes. El conocimiento se origina en la ciencia; la sabiduría, en la filosofía auténtica; la verdad, en la experiencia religiosa de la vida espiritual. El conocimiento tiene que ver con los hechos; la sabiduría, con las relaciones; la verdad, con los valores de la realidad.




El hombre tiende a cristalizar la ciencia, a formular la filosofía, y a dogmatizar la verdad porque tiene pereza mental para ajustarse a la lucha progresiva del vivir, a la vez que también teme terriblemente lo desconocido. El hombre natural es lento para iniciar cambios en sus hábitos de pensamiento y en su técnica de vivir.





La verdad revelada, la verdad descubierta personalmente, es el deleite supremo del alma humana; es la creación conjunta de la mente material y del espíritu residente. La salvación eterna de esta alma que discierne la verdad y que es amante de la belleza está asegurada por el hambre y sed de bondad que conducen a este mortal a desarrollar una singularidad de propósito dedicada a hacer la voluntad del Padre, a encontrar a Dios y a asemejarse a él. Nunca hay conflicto entre el verdadero conocimiento y la verdad. Puede haber conflictos entre el conocimiento y las creencias humanas, creencias coloreadas por el prejuicio, distorsionadas por el temor y dominadas por el miedo de enfrentarse con nuevos hechos, producidos por el descubrimiento material o el progreso espiritual.





Pero la verdad no puede convertirse nunca en una posesión del hombre sin el ejercicio de la fe. Esto es cierto porque los pensamientos, la sabiduría, la ética y los ideales del hombre no se elevarán nunca más allá de su fe, de su esperanza sublime. Y toda esta fe verdadera está predicada en la reflexión profunda, la autocrítica sincera y una conciencia moral intransigente. La fe es la inspiración de la imaginación creadora espiritizada.





La fe actúa para descargar las actividades sobrehumanas de la chispa divina, el germen inmortal, que vive dentro de la mente del hombre, y que es el potencial de la supervivencia eterna. Las plantas y los animales sobreviven en el tiempo mediante la técnica de pasar partículas idénticas de sí mismos de una generación a otra. El alma humana (la personalidad) sobrevive a la muerte por asociación de identidad con esta chispa de divinidad residente, que es inmortal, y que funciona para perpetuar la personalidad humana en un nivel continuo y más elevado de existencia progresiva en el universo.



La simiente oculta del alma humana es un espíritu inmortal. La segunda generación del alma es la primera de una sucesión de manifestaciones de la personalidad de existencias espirituales y cada vez más avanzadas que terminan tan sólo cuando esta entidad divina alcanza la fuente de su existencia, el origen personal de toda existencia, Dios, el Padre Universal.





La vida humana continúa —sobrevive— porque tiene una función universal, la tarea de encontrar a Dios. El alma del hombre activada por la fe no puede menos que alcanzar esta meta de su destino; y una vez que ha logrado esa meta divina, no puede tener fin porque ha llegado a ser como Dios —eterna.





La evolución espiritual es una experiencia de la elección creciente y voluntaria de la bondad asistida por una disminución igual y progresiva de la posibilidad del mal. Con el logro de la finalidad de elección de la bondad y de una plena capacidad para la apreciación de la verdad, surge a la existencia una perfección de la belleza y de la santidad cuya rectitud inhibe eternamente la posibilidad de que surja aun el concepto del mal potencial. Un alma conocedora de Dios como ésta, no arroja ninguna sombra de mal dudoso cuando funciona en tan alto nivel espiritual de bondad divina.





La presencia del espíritu del Paraíso en la mente del hombre constituye la promesa de revelación y la garantía de fe de una existencia eterna de progresión divina para todas las almas que tratan de alcanzar identidad con este fragmento espiritual inmortal y residente del Padre Universal.





El progreso en el universo se caracteriza por la creciente libertad de la personalidad porque se relaciona con el logro progresivo de niveles cada vez más altos de autocomprensión y de consecuente moderación voluntaria. El alcanzar la perfección de la moderación espiritual equivale a la consumación de la libertad universal y de la libertad personal. La fe alimenta y mantiene el alma del hombre en medio de la confusión de su orientación primitiva en un universo tan vasto, en tanto que la oración se convierte en el gran unificador de las diversas inspiraciones de la imaginación creativa y los impulsos de la fe de un alma que trata de identificarse con los ideales espirituales de la presencia divina residente y asociada".









Nabón quedó muy impresionado por estas palabras, así como por cada una de sus conversaciones con Jesús. Estas verdades ardían para siempre dentro de su corazón, y él fue de gran ayuda cuando, en el futuro, llegaron los predicadores del evangelio de Jesús.



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