lunes, 24 de marzo de 2008

Los Tres...

Al día siguiente del nacimiento José fue a registrarse. Se encontró con un hombre con el que ellos habían conversado dos noches antes en Jericó, y éste lo llevó a ver a un amigo rico que tenía una habitación en la posada y que con placer cambió el alojamiento con los recientes padres de Nazaret. Permanecieron allí tres semanas hasta que consiguieron hospedaje en casa de un pariente lejano de José. Al segundo día del nacimiento, María envió un mensaje a Elisabet diciéndole que había llegado el hijo; ésta respondió invitándoles a ir a hablar de todos sus asuntos con Zacarías. Ambos estaban convencidos de que Jesús estaba destinado a ser el liberador judío, el Mesías, y que el hijo de ellos Juan, sería con el tiempo el jefe de sus ayudantes, el hombre de destino y su brazo derecho. Como María compartía esas opiniones, no fue difícil convencer a José de que se quedaran en Belén, la Ciudad de David, para que Jesús eventualmente pudiera llegar a ocupar el trono de Israel como sucesor de David. Por consiguiente permanecieron más de un año en Belén, dedicándose José a su oficio de carpintero. El mediodía en que naciera Jesús, los serafines verdaderamente cantaron himnos de gloria sobre el pesebre de Belén , pero estos cantos no fueron detectados por oídos humanos. No hubo pastores, ni otras criaturas mortales que vinieran a rendir homenaje al niño de Belén hasta el día de la llegada de ciertos sacerdotes de Ur, que habían sido enviados desde Jerusalén por Zacarías, sacerdote judío, el esposo de Elisabet y padre de Juan el Bautista. A estos sacerdotes provenientes de la Mesopotamia, les había sido contado tiempo atrás por un extraño maestro religioso de su país , que él había tenido un sueño en el cual s le informaba que la “ luz de la vida” estaba a punto de aparecer sobre la tierra en forma de niño, entre el pueblo judío. Los tres sacerdotes partieron en busca de esta “ luz de la vida”. Después de muchas semanas de búsqueda infructuosa en Jerusalén estaban por volverse a Ur cuando conocieron a Zacarías, quién les transmitió su creencia de que Jesús era el objeto de su búsqueda y los envió a Belén, donde encontraron al niño y dejaron ofrendas junto a María, su madre terrenal. El niño tenía casi tres semanas al tiempo de esta visita. Ninguna estrella guió a estos hombres sabios a Belén. La hermosa leyenda de la estrella de Belén se originó de ésta manera: Jesús nació al mediodía del 21 de agosto del año -7 . El 29 de mayo del mismo año hubo una extraordinaria conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, y es un hecho astronómico notable el que conjunciones similares ocurrieran el 29 de septiembre y el cinco de diciembre del mismo año. Sobre la base de estos acontecimientos extraordinarios, pero totalmente naturales, los creyentes bien intencionados de las generaciones sucesivas construyeron la atractiva leyenda de la estrella de Belén y de los Reyes Magos adoradores conducidos por la estrella al pesebre para contemplar y adorar al recién nacido. La mente oriental y del cercano Oriente se deleitaba en las fábulas, e inventaban constantemente bellos mitos sobre la vida de sus dirigentes religiosos y héroes políticos. En la ausencia de la imprenta, cuando la mayor parte del conocimiento humano se transmitía oralmente de una generación a otra, era muy fácil que los mitos se tornaran tradiciones y que la tradiciones finalmente se aceptaran como hechos.



La misma historia. La misma gran historia. El mismo milagro. Pero así es como yo la siento… aunque en nada cambiaría si fuera de otro modo. 23 03 08 V.Nas


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