martes, 29 de diciembre de 2009

Cambiar el destino



Cambiar “El destino”




Tal vez no se deba luchar con el destino.

Tal vez el equilibrio esté en aceptar las cosas como te son dadas, o las consecuencias de lo que alteras se vuelvan contra ti.
Tal vez no debamos cambiar el rumbo de las circunstancias aunque podamos.
Tal vez... son tantos tal vez, los que hoy se pasean por mi mente...
Y si no, por qué contra corriente luché por salvarte la vida para que tú destruyas la mía.
Si hubiera aceptado que te desconectaran sin más, cuando todos los indicadores lo daban como lo correcto... si no me hubiera empecinado en que ante un cadáver no había nada que perder, animando a unos profesionales a hacer lo que nunca antes se había hecho, corriendo riesgos desconocidos
-Pero si está clínicamente muerta ¿Qué hay que perder!... el corazón me dice que volverá. Métanle una bomba atómica. Lo que jamás se hayan atrevido, firmaremos lo que haga falta, donde haga falta.
-¿Es usted consciente , de que si eso resultara, no sabemos lo que les devolveremos?... Si volviera algo en alguna medida.
-...El corazón me dice ...estoy segura... luchen.

El milagro , te llamaron


También recuerdo las palabras de un gran profesional al despedirse de mí tras la resurrección
-¡Que nunca tenga que arrepentirse!
No puedo quitarme estas palabras de mi cabeza. Hace horas que dan vueltas y vueltas, fijadas en el pensamiento.
Volviste mejor que nunca, para asentarte en mi vida. Un cambio drástico pero asumido. Pensé que podría mejorar notablemente la tuya, ofreciéndote una libertad que desconocías y que desde mis parámetros aceptarías como un sueño de maravillas.
Pero la realidad es que el – no puedo- fue la única respuesta.
Un no puedo que era un – No quiero-
Todo cuánto requiriera el más mínimo esfuerzo -ya se hará mañana-
Ir de la puerta a la esquina- No puedo más-
Tratar de abrirte la mente- Recibir la más desafiante e incongruente respuesta de la ignorancia, con la categórica afirmación de un catedrático de Salamanca.

Nos pegaste a ti , como el caparazón a la tortuga. Nuestra vida quedó anulada ante tus “ necesidades”. Desaparecieron nuestras alegrías, nuestra intimidad, nuestra joven vida; ante las exigencias de alguien más joven que nosotros, que se comportaba como una centenaria.
No pudimos separarnos de ti por si te mareabas y caías, nos ocupamos de tu higiene porque resbalabas en la bañera, te llevamos y trajimos de la peluquería para que te vieras guapa.
Hubo que ir al médico por ti. Cubrir tus exigencias por ti.
Todo... excepto pensar por ti.
Para dar ordenes te encontrabas divinamente, para ser contemplada te sentías divinamente, para ser una inquina maquinabas divinamente.

Fuiste cargando tus arrobas mientras vaciabas nuestra vida, dejándola en nada, ni si quiera palabras.
Ya no hay gracia para las palabras, solo hay problemas.
Solo fechas para ir a por medicinas. Solo alarmas para ingresar en urgencias por nada, solo tomar temperaturas, solo llevarte a recuperar una postura vertical , por haberte empeñado en tu dejadez de que ya te pondrías derecha mañana.
Te fuiste haciendo fuerte en tu inexistente debilidad para coger lo que querías por los cojones y apretar cuando te conviene.
Hoy , mi corazón que no se equivoca, me ha dicho que ya te has quedado con todo; solo aspiras a llevártelo a tu acomodo , y mejor aún si yo soy la que me voy.
He visto tu sangre fría, tu mirada interesada, y tu implacable y determinado egoísmo.
Pues bien, puedes quitarme lo poco que me queda, ni siquiera se , si puede ser “ recuperable”
Me ha bastado creer que tú lo eras... para que ahora me destruyas.

V.Nas