viernes, 27 de junio de 2008

DIOS


DIOS




El concepto más elevado que el hombre puede tener de Dios está contenido dentro de la idea y el ideal humanos de una personalidad primordial e infinita. La naturaleza de Dios puede comprenderse lo mejor por la revelación del Padre que Jesús desplegó en sus múltiples enseñanzas y en su extraordinaria vida mortal en la carne. El hombre también puede comprender mejor la naturaleza divina si éste se considera a sí mismo como un hijo de Dios y mira al Creador como su verdadero Padre espiritual.
La naturaleza de Dios puede estudiarse en una revelación de ideas supremas, el carácter divino puede considerarse como una representación de ideales excelsos, pero la más esclarecedora y espiritualmente edificante de todas las revelaciones de la naturaleza divina ha de hallarse en la comprensión de la vida religiosa de Jesús de Nazaret, tanto antes como después de que alcanzara plena conciencia de la divinidad,
En todos nuestros esfuerzos por aumentar y espiritualizar el concepto humano de Dios, nos vemos grandemente impedidos por la limitada capacidad de la mente mortal. También estamos gravemente impedidos en la ejecución de nuestra tarea por las limitaciones de lenguaje y por la pobreza del material que se puede utilizar con fines de ilustración o comparación en nuestros esfuerzos para describir los valores divinos y presentar los significados espirituales a la mente finita y mortal del hombre. Todos nuestros esfuerzos por ampliar el concepto humano de Dios serían poco menos que inútiles excepto por el hecho de que el Espíritu otorgado por el Padre Universal reside en la mente mortal y la impregna de la Verdad del Hijo Creador. Dependiendo, por lo tanto, de la presencia de estos espíritus divinos en el corazón del hombre para que les asistan en la ampliación del concepto de Dios, se emprende el sentido de intentar la descripción más amplia de la naturaleza de Dios para la mente del hombre.
«En cuanto al infinito, no podemos encontrarlo. No se conocen las huellas divinas». No sólo son sus pensamientos y planes inescrutables, sino que «él hace innumerables cosas grandes y maravillosas». «Dios es grande; no lo comprendemos, ni puede contarse el número de sus años». «¿Habitará verdaderamente Dios en la tierra? Mirad, el cielo (el universo) y el cielo de los cielos (el universo de universos) no pueden contenerlo». «¡Cuán inescrutables son sus juicios e indescifrables sus caminos!»
«No hay sino un Dios, el Padre infinito, quien también es un Creador fiel». «El Creador divino es también el Ordenador Universal, la fuente y destino de las almas. Él es el Alma Suprema, la Mente Primordial, y el Espíritu Ilimitado de toda la creación». «El Gran Controlador no comete errores. Él resplandece en majestad y gloria». «Dios el Creador está completamente exento de temor y enemistad. Es inmortal, eterno, existente por sí mismo, divino y magnánimo». «¡Cuán puro y hermoso, cuán profundo e insondable es el excelso Antecesor de todas las cosas!» «El Infinito es más excelente por lo que él se imparte a sí mismo a los hombres. Es el principio y el fin, el Padre de todo propósito bueno y perfecto». «Con Dios todas las cosas son posibles; el Creador eterno es la causa de las causas».
A pesar de la infinidad de las maravillosas manifestaciones de la personalidad eterna y universal del Padre, él es ilimitadamente autoconsciente de su infinidad y de su eternidad; del mismo modo conoce plenamente su perfección y su poder. Él es el único ser en el universo, además de sus divinos coordinados, que experimenta una perfecta, propia, y completa evaluación de sí mismo.
El Padre satisface, constante e infatigablemente, la necesidad de las diferenciales de demanda de él, según ésta cambia de tiempo en tiempo, en varias secciones de su universo maestro. El gran Dios se conoce y se comprende; es infinitamente autoconsciente de todos sus atributos primordiales de perfección. Dios no es un accidente cósmico, ni un experimentador del universo.
Ninguna cosa es nueva para Dios, y ningún acontecimiento cósmico le resulta una sorpresa; él habita el círculo de la eternidad. Sus días no tienen principio ni fin. Para Dios no hay pasado, ni presente, ni futuro; todo el tiempo es presente en cualquier momento dado. Él es el grande y el único YO SOY.
El Padre Universal es absolutamente infinito en todos sus atributos; y este hecho, en sí mismo y por sí mismo, le separa automáticamente de toda comunicación personal directa con los seres materiales finitos y otras inteligencias creadas inferiores.
Y todo esto requiere arreglos para establecer contacto y comunicación con sus múltiples criaturas, tales como han sido establecidos, primero, en las personalidades del Hijo quien, aunque perfecto en divinidad, también participa de la naturaleza de carne y hueso misma de las razas planetarias, haciéndose uno de vosotros y uno con vosotros; de este modo, por decirlo así, Dios se hace hombre, quien fue llamado indistintamente Hijo de Dios e Hijo del Hombre. Y segundo, existen las personalidades del Espíritu Infinito, las varias órdenes de huestes seráficas y otras inteligencias celestiales que se acercan a los seres materiales de origen inferior y de tantos modos les ministran y sirven. Y tercero, existen los impersonales Monitores Misteriosos, los Ajustadores del Pensamiento, el don auténtico del gran Dios mismo, enviados para morar en seres como los humanos , enviados sin anuncio ni explicación. Descienden de las alturas de la gloria en profusión interminable, para favorecer y morar en las mentes humildes de esos mortales que poseen la capacidad de tener conciencia de Dios o la potencialidad para ello.
De estos modos y de muchos otros, de maneras desconocidas para vosotros y que escapan completamente a la comprensión finita, el Padre voluntaria y amorosamente condesciende y de otras maneras modifica, diluye y atenua su infinitud a fin de poder acercarse a las mentes finitas de sus hijos criaturas. Así pues, mediante una serie de distribuciones de personalidad que son cada vez menos absolutas, el Padre infinito consigue disfrutar de un contacto estrecho con las diversas inteligencias de los muchos dominios de su vasto universo.
Todo esto ha hecho él y aún hace, y continuará haciendo por siempre, sin disminuir en lo más mínimo el hecho y la realidad de su infinidad, su eternidad y su primacía. Estas cosas son absolutamente verdad, pese a la dificultad de su comprensión, al misterio en que están envueltas, o a la imposibilidad de ser plenamente comprendidas por criaturas tales como las que habitan en La Tierra.
Puesto que el Padre Primero es infinito en sus planes y eterno en sus propósitos, es intrínsecamente imposible para cualquier ser finito llegar a aprender o a entender jamás estos planes y propósitos divinos en su plenitud. El hombre mortal puede atisbar los propósitos del Padre sólo de cuando en cuando, aquí y allá, según se revelan en relación con el desenvolvimiento del plan de ascensión de la criatura en sus niveles sucesivos de progresión en el universo. Aunque el hombre no puede abarcar el significado de la infinidad, el Padre infinito con seguridad comprende plenamente y abraza amorosamente toda la finitud de todos sus hijos en todos los universos.
El Padre comparte la divinidad y la eternidad con gran número de seres elevados del Paraíso. La infinidad de la personalidad debe, por fuerza, abarcar toda la finitud de la personalidad; de aquí la verdad —verdad literal— de la enseñanza que declara que «en Él vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser». Ese fragmento de la Deidad pura del Padre Universal que mora en el hombre mortal es parte de la infinidad de la Primera Fuente y Centro, el Padre de los Padre

jueves, 19 de junio de 2008

Dios de Celia Alvarez Fresno

.....................................................Foto de V.Nas









DIOS


Dios es ese algo que mueve las olas y despierta corazones.
Es la pasión de los armoniosos y la vibración del Amor.
Es la barca que aparece cuando el embravecido mar revuelve las olas y aquel que se ve hundido asía su mano a ella, y no naufraga.
Es la expresión triste de la nube, cuando llega al cenit la tormenta.
Es la antorcha que abre senderos en la distancia de la montaña hacia el camino.
Es el amanecer de la esperanza.
Es el que dice que no tengas miedo porque el miedo no aloja realidad; y la realidad que quiere que tú sepas no puede inspirar miedo, sino seguridad.
Es un amigo, que vive en el que vive.
Que no desea separaciones por color, raza ni condición.
Que no desea separaciones dogmáticas de ningún tipo.
Que sabe de Amor.
Amor, gran palabra que reúne sentimientos, que verifica la unión, que entiende el error.
Amor, que gran palabra que luce en la oscuridad.
Que hace tambalear a la sombra.
Que abunda en la Luz.
Amor, Fuente en donde beben los poetas.
Que alumbra a los desconsolados.
En donde yacen silencios...
Ese es mi Dios. El que vive en mí.
El que vive en todos los que viven.
El que puede fermentar y crecer con nuestras vivencia.
O puede silenciarse con nuestras actitudes.
Pero nunca muere.
Él espera dentro del Alma.
Espera que le demos el alimento de Amor, unión, comprensión, dedicación al otro.
Entonces el crece y se hace fuerte, y tú tal vez ignorando su existencia, sientas su existencia, y por conocido no lo palpes.
Pero vive en tí.
No vayas a buscarlo tras las montañas.
No lo busques tras las nubes.
Mírate a ti.
Y empápate de Él.
Celia

martes, 10 de junio de 2008

EL SÉPTIMO AÑO (AÑO 1 d. de J.C.)


La vida recreativa de los niños judíos en los tiempos de Jesús estaba bastante limitada; con frecuencia los niños jugaban imitando las actividades serias que observaban en los adultos.


Mucho jugaban a bodas y funerales, ceremonias que presenciaban con tanta frecuencia y que les resultaban tan espectaculares. Bailaban y cantaban, pero contaban con pocos juegos organizados como los que disfrutan los niños de generaciones más recientes.


A Jesús, en compañía de un niño vecino y después a su hermano Santiago, les encantaba jugar en el rincón más alejado del taller de carpintería de la familia, donde se divertían con el aserrín y los trozos de madera. Le resultaba siempre difícil a Jesús comprender por qué ciertos tipos de juegos estaban mal y eran prohibidos el sábado, pero nunca dejó de conformarse a los deseos de sus padres. María mantenía un palomar encima del establo junto a la casa, y usaba las ganancias que provenían de la venta de las palomas como fondo especial de caridad, el cual Jesús administraba después de deducir el diezmo y entregárselo al empleado de la sinagoga.


El único verdadero accidente que sufriera Jesús hasta ese momento fue una caída por las escaleras de piedra del jardín que conducían al dormitorio que tenía techo de lona. Sucedió en julio durante una inesperada tormenta de arena con vientos del este. Los vientos cálidos que traían soplos de arena fina se producían generalmente durante la temporada de lluvias, particularmente en marzo y abril. Una tormenta de este tipo era totalmente inesperada en el mes de julio. Cuando se desencadenó la tormenta, Jesús estaba jugando en el techo de la casa, como era su costumbre, porque durante buena parte de la temporada seca éste era su lugar preferido de juegos. La arena lo encegueció mientras bajaba las escaleras, por eso se cayó. Después de este accidente José construyó una balaustrada a ambos lados de la escalinata.


Este ligero accidente, que ocurrió mientras José estaba en Endor, ocasionó tal ansiedad en la mente de María que ella trató, sin mucho tino, de mantener a Jesús a su lado por varios meses.
Y éste fue tan sólo uno de una serie de contratiempos menores que posteriormente sufriera este joven osado e inquisitivo. Si imaginas la niñez y la juventud comunes de un niño sano e impulsivo, tendrás una idea bastante clara de la carrera juvenil de Jesús, y podrás imaginar cuánta ansiedad les ocasionaba a sus padres, especialmente a su madre.

El cuarto hijo de la familia de Nazaret, José, nació el miércoles 16 de marzo del año 1 d. de J.C.



La misma historia. La misma gran historia. El mismo milagro. Pero así es como yo siento que podría haber sido… aunque en nada cambiaría si fuera de otro modo.


martes, 3 de junio de 2008

La Verdad y La Fe

Foto del Sol -NASA-tridimensional









Mitraísmo, una de las más importantes religiones del Imperio romano, representa culto a Mitra, antigua divinidad persa de la luz y la cordura. En el
Avesta, los textos sagrados del (véase Zoroastrismo) de los antiguos persas, Mitra aparece como el principal yazata (del avestan, 'benefactor') o buen espíritu y gobernante del mundo. Se suponía que había matado al toro divino, de cuyo cuerpo muerto surgieron todas las plantas y animales beneficiosos para la humanidad. Tras la conquista de Asiria en el siglo VII a.C. y de Babilonia en el siglo VI a.C., Mitra se convirtió en el dios del sol, que era venerado en su nombre. Los griegos de Asia Menor, por identificación de Mitra con Helios (el dios griego del sol) colaboraron en la difusión del culto. Fue conocido en Roma hacia el año 68 a.C. gracias a la devoción que le profesaban los piratas cilicios capturados por el general romano Pompeyo el Grande, y en los primeros años del Imperio su culto se extendió con gran rapidez por toda Italia y las provincias romanas. Fue creencia que rivalizó con el cristianismo en el Imperio romano.



El mitraísmo era parecido al cristianismo en muchos aspectos, por ejemplo en las ideas de humildad y amor fraternal, bautismo, rito de la comunión, utilización de agua bendita, adoración de los pastores en el nacimiento de Mitra, veneración de los domingos, considerar el 25 de diciembre (fecha del nacimiento de Mitra) como día santo, y la creencia en la inmortalidad del alma, el juicio final y la resurrección. El mitraísmo difiere del cristianismo en la exclusión de las mujeres de sus ceremonias y en su disposición a transigir con el politeísmo. Sus numerosas similitudes, sin embargo, facilitaron la conversión de sus seguidores a la doctrina cristiana.











..............................................................LA VERDAD Y LA FE






Nabón era un judío griego y el más importante de los líderes del principal culto de misterio en Roma, el mitraísta. Si bien este sumo sacerdote del mitraísmo celebró muchas conferencias con el escriba de Damasco, más permanentemente influyó la conversación que mantuvieron una noche sobre la verdad y la fe. Nabón había pensado convertir a Jesús y hasta le había propuesto que regresase a Palestina como maestro mitraísta. No sabía que Jesús estaba preparándole para que se convirtiera entre los primeros al evangelio del reino. Puesto en lenguaje moderno, he aquí la esencia de lo que Jesús le enseñó:


"La verdad no se puede definir en palabras, sino tan sólo viviéndola.
La verdad es siempre más que conocimiento. El conocimiento pertenece a las cosas observadas, pero la verdad trasciende esos niveles puramente materiales porque se asocia con la sabiduría y abarca tales imponderables como la experiencia humana, incluso las realidades espirituales y vivientes. El conocimiento se origina en la ciencia; la sabiduría, en la filosofía auténtica; la verdad, en la experiencia religiosa de la vida espiritual. El conocimiento tiene que ver con los hechos; la sabiduría, con las relaciones; la verdad, con los valores de la realidad.




El hombre tiende a cristalizar la ciencia, a formular la filosofía, y a dogmatizar la verdad porque tiene pereza mental para ajustarse a la lucha progresiva del vivir, a la vez que también teme terriblemente lo desconocido. El hombre natural es lento para iniciar cambios en sus hábitos de pensamiento y en su técnica de vivir.





La verdad revelada, la verdad descubierta personalmente, es el deleite supremo del alma humana; es la creación conjunta de la mente material y del espíritu residente. La salvación eterna de esta alma que discierne la verdad y que es amante de la belleza está asegurada por el hambre y sed de bondad que conducen a este mortal a desarrollar una singularidad de propósito dedicada a hacer la voluntad del Padre, a encontrar a Dios y a asemejarse a él. Nunca hay conflicto entre el verdadero conocimiento y la verdad. Puede haber conflictos entre el conocimiento y las creencias humanas, creencias coloreadas por el prejuicio, distorsionadas por el temor y dominadas por el miedo de enfrentarse con nuevos hechos, producidos por el descubrimiento material o el progreso espiritual.





Pero la verdad no puede convertirse nunca en una posesión del hombre sin el ejercicio de la fe. Esto es cierto porque los pensamientos, la sabiduría, la ética y los ideales del hombre no se elevarán nunca más allá de su fe, de su esperanza sublime. Y toda esta fe verdadera está predicada en la reflexión profunda, la autocrítica sincera y una conciencia moral intransigente. La fe es la inspiración de la imaginación creadora espiritizada.





La fe actúa para descargar las actividades sobrehumanas de la chispa divina, el germen inmortal, que vive dentro de la mente del hombre, y que es el potencial de la supervivencia eterna. Las plantas y los animales sobreviven en el tiempo mediante la técnica de pasar partículas idénticas de sí mismos de una generación a otra. El alma humana (la personalidad) sobrevive a la muerte por asociación de identidad con esta chispa de divinidad residente, que es inmortal, y que funciona para perpetuar la personalidad humana en un nivel continuo y más elevado de existencia progresiva en el universo.



La simiente oculta del alma humana es un espíritu inmortal. La segunda generación del alma es la primera de una sucesión de manifestaciones de la personalidad de existencias espirituales y cada vez más avanzadas que terminan tan sólo cuando esta entidad divina alcanza la fuente de su existencia, el origen personal de toda existencia, Dios, el Padre Universal.





La vida humana continúa —sobrevive— porque tiene una función universal, la tarea de encontrar a Dios. El alma del hombre activada por la fe no puede menos que alcanzar esta meta de su destino; y una vez que ha logrado esa meta divina, no puede tener fin porque ha llegado a ser como Dios —eterna.





La evolución espiritual es una experiencia de la elección creciente y voluntaria de la bondad asistida por una disminución igual y progresiva de la posibilidad del mal. Con el logro de la finalidad de elección de la bondad y de una plena capacidad para la apreciación de la verdad, surge a la existencia una perfección de la belleza y de la santidad cuya rectitud inhibe eternamente la posibilidad de que surja aun el concepto del mal potencial. Un alma conocedora de Dios como ésta, no arroja ninguna sombra de mal dudoso cuando funciona en tan alto nivel espiritual de bondad divina.





La presencia del espíritu del Paraíso en la mente del hombre constituye la promesa de revelación y la garantía de fe de una existencia eterna de progresión divina para todas las almas que tratan de alcanzar identidad con este fragmento espiritual inmortal y residente del Padre Universal.





El progreso en el universo se caracteriza por la creciente libertad de la personalidad porque se relaciona con el logro progresivo de niveles cada vez más altos de autocomprensión y de consecuente moderación voluntaria. El alcanzar la perfección de la moderación espiritual equivale a la consumación de la libertad universal y de la libertad personal. La fe alimenta y mantiene el alma del hombre en medio de la confusión de su orientación primitiva en un universo tan vasto, en tanto que la oración se convierte en el gran unificador de las diversas inspiraciones de la imaginación creativa y los impulsos de la fe de un alma que trata de identificarse con los ideales espirituales de la presencia divina residente y asociada".









Nabón quedó muy impresionado por estas palabras, así como por cada una de sus conversaciones con Jesús. Estas verdades ardían para siempre dentro de su corazón, y él fue de gran ayuda cuando, en el futuro, llegaron los predicadores del evangelio de Jesús.



lunes, 2 de junio de 2008

Los Ángeles



…Y los ángeles desenfundaron las espadas .
Espléndidos batalladores del Espíritu .
Bellísimos ambos , uno Negro , otro Blanco .
Hicieron brillar el acero hacia el Cielo .
Atronadores choques de metal ,
comienzan la liza .
Al ataque…contra ataque .
Dolorosísimas incisiones en su naturaleza .
Luchan si denuedo , sin descanso .
Fuertes , diestros , orgullosos y valientes
inclinan la victoria a uno y otro lado
…Invictos , no se rinden.
En su esencia ;
Uno dispuesto a matar o morir ,
otro dispuesto a vencer y rendir
… No debe matar , no quiere morir .
Devastado el entorno por la contienda ,
la situación no finaliza.
Las fuerzas se agotan pero el coraje permanece .
Se impone el término , la resistencia es débil
… uno de los dos continuará la historia .
Ojos de fuego en el ángel Negro ¡Victoria!
Ojos de mar en el ángel Blanco ¡ Derrota!
Y asestado el certero golpe ,
cae el ángel Negro solo cabeza sonriendo su victoria .
Llora el ángel Blanco su derrota al alcanzar la supervivencia .
V. Nas 050804








domingo, 1 de junio de 2008

El Padre Universal


EL Padre Universal es el Dios de toda la creación, la Primera Fuente y Centro de todas las cosas y todos los seres.
Pensad primero en Dios como creador, luego, como controlador, y finalmente, como sustentador infinito.
La verdad sobre el Padre Universal había comenzado a alborear sobre la humanidad cuando el profeta dijo: «Tú solo eres Dios; no hay nadie sino tú. >>. Sólo el concepto del Padre Universal —un solo Dios en lugar de muchos dioses— permitió al hombre comprender al Padre como creador divino y controlador infinito.

Las miríadas de sistemas planetarios se formaron para que finalmente las habitaran muchos tipos diferentes de criaturas inteligentes, seres que pudieran conocer a Dios, recibir el afecto divino, y amarle a su vez.
El universo de universos es la obra de Dios y la morada de sus diversas criaturas. «Dios creó los cielos y formó la tierra; estableció el universo y no creó este mundo en vano; para que fuera habitado lo creó» .

Todos los mundos esclarecidos reconocen y adoran al Padre Universal, el hacedor eterno y sustentador infinito de toda la creación. Las criaturas volitivas de universo tras universo han emprendido el largo, muy largo, viaje al Paraíso, que es el desafío fascinador de la aventura eterna de llegar a Dios el Padre. La meta trascendente de los hijos del tiempo es encontrar al Dios eterno, comprender la naturaleza divina, reconocer al Padre Universal.
Las criaturas que conocen a Dios tienen una sola ambición suprema, un solo ardiente deseo, y ése es llegar —como son en sus esferas— a ser semejantes a como es Él en su perfección paradisiaca de personalidad y en su esfera universal de supremacía recta.
Del Padre Universal que habita la eternidad ha emanado el mandato supremo: «Sed vosotros perfectos, así como yo soy perfecto». En amor y misericordia, los mensajeros del Paraíso han llevado esta exhortación divina a través de las edades y a través de los universos, aún hasta llegar a las criaturas tan bajas de origen animal como lo son las razas humanas de la Tierra.

Este magnífico mandato universal de esforzarse por alcanzar la perfección de la divinidad es el deber principal, y debería ser la más alta ambición, de toda la creación de criaturas forcejeantes del Dios de perfección. Esta posibilidad de alcanzar la perfección divina es el destino final y certero de todo progreso espiritual eterno del hombre.

Los mortales de la Tierra dificilmente pueden esperar ser perfectos en el sentido infinito, pero es enteramente posible para los seres humanos, que comienzan como lo hacen en este planeta, alcanzar la meta excelsa y divina que el Dios infinito ha puesto para el hombre mortal; y cuando alcancen este destino estarán, en todo lo que corresponde a la autorrealización y alcance de la mente, tan pletóricos en su esfera de perfección divina como Dios mismo lo está en su esfera de infinidad y eternidad. Puede que tal perfección no sea universal en el sentido material, ni ilimitada en comprensión intelectual, ni final en experiencia espiritual, pero es final y completa en todos los aspectos finitos de divinidad de voluntad, perfección de motivación de personalidad, y conciencia de Dios.

Éste es el verdadero significado de ese mandato divino: «Sed perfectos, así como yo soy perfecto», que insta constantemente al hombre mortal hacia adelante y le atrae hacia adentro en esa larga y fascinadora lucha por alcanzar niveles cada vez más elevados de valores espirituales y auténticos significados de universo. Esta sublime búsqueda del Dios de los universos es la aventura suprema de los habitantes de todos los mundos del tiempo y el espacio

Este magnífico mandato universal de esforzarse por alcanzar la perfección de la divinidad es el deber principal, y debería ser la más alta ambición, de toda la creación de criaturas forcejeantes del Dios de perfección. Esta posibilidad de alcanzar la perfección divina es el destino final y certero de todo progreso espiritual eterno del hombre.
Los mortales de la Tierra dificilmente pueden esperar ser perfectos en el sentido infinito, pero es enteramente posible para los seres humanos, que comienzan como lo hacen en este planeta, alcanzar la meta excelsa y divina que el Dios infinito ha puesto para el hombre mortal; y cuando alcancen este destino estarán, en todo lo que corresponde a la autorrealización y alcance de la mente, tan pletóricos en su esfera de perfección divina como Dios mismo lo está en su esfera de infinidad y eternidad. Puede que tal perfección no sea universal en el sentido material, ni ilimitada en comprensión intelectual, ni final en experiencia espiritual, pero es final y completa en todos los aspectos finitos de divinidad de voluntad, perfección de motivación de personalidad, y conciencia de Dios.
Éste es el verdadero significado de ese mandato divino: «Sed perfectos, así como yo soy perfecto», que insta constantemente al hombre mortal hacia adelante y le atrae hacia adentro en esa larga y fascinadora lucha por alcanzar niveles cada vez más elevados de valores espirituales y auténticos significados de universo. Esta sublime búsqueda del Dios de los universos es la aventura suprema de los habitantes de todos los mundos del tiempo y el espacio